domingo, 3 de septiembre de 2017

Editorial 2017

Un grito de luz
Santiago Maldonado está desaparecido. Varios testigos vieron cómo lo golpeaban y subían a una camioneta de la Gendarmería, durante la represión a la resistencia en tierras mapuches de Cushamen, al noroeste de Chubut, Argentina, el 1º de agosto.

Hoy, Santiago es invisible. Y el Estado es responsable de esa condición. Pero no es el único. Son también invisibles los excluidos del mercado, los presos del sistema penal, los internados en manicomios, los segregados por la moral hipócrita, los militantes en lucha contra el poder criminal.

El Leviatán mediático los invisibiliza, los oculta con cortinas de humo, los demoniza, los arrastra en su marea (des)informativa. De Carlos Marx a nosotros, el suministro de opio de los pueblos pasó de la órbita eclesial a la comunicación de masas. Hoy las pantallas supuran mentira y banalidad hasta que la víctima celebra (y vota) al victimario.

La historia avanza cuando crecen la conciencia y la solidaridad, decía el susodicho. A la inversa, la ignorancia y el individualismo la hacen retroceder. Vivimos tiempos de resistencia, de supervivencia ante el ataque masivo a los derechos colectivos, incluso a la vida y la libertad.

Pero los invisibles no se rinden. Desde sus grandes o pequeñas luchas construyen eso que hace avanzar la historia. Invicines – El cine de los invisibles, es un humilde pero tozudo intento de rescatarlos de la oscuridad. Un grito de luz desde las tinieblas.
Alexis Oliva

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